martes, 3 de junio de 2008

“Como Pepe Sánchez”

A las seis de la tarde del primer lunes de un septiembre de fríos, un padre llegó de la oficina, atrapó entre dulzuras la mano izquierda de su hijo de cinco años, caminó tres cuadras largas y desembocó, puro entusiasmo, en una escuelita de fútbol. Un profesor lo recibió entre gentilezas y le ofreció un par de informaciones. Pero el papá lo interrumpió amablemente y le detalló un propósito. Este: "Yo quiero que mi hijo sea como Pepe Sánchez". El profesor advirtió que un asombro le cruzaba el cuerpo y, casi sabiéndose obvio, habló: "Pero Pepe Sánchez es basquetbolista, un gran basquetbolista de la Selección Argentina. Y esta es una escuelita de fútbol".
El padre le apoyó una mano en el hombro, le aclaró que distinguía un deporte de otro y volvió a decir: "Yo quiero que mi hijo sea como Pepe Sánchez". En busca de una lógica, el profesor ensayó otro análisis: "Creo que le entiendo. Usted quiere que sea en el fútbol como Pepe Sánchez es en el básquet, o sea un estratega, alguien que combina como pocos la inteligencia y la energía, un fabricante de espacios donde parece que no hay espacio. Bah... un crack". Relajado, el padre oyó con paciencia y también tuvo respuesta para eso: "No, le agradezco. Admiro a Pepe Sánchez, pero yo no podría exigirle tanto. No sería justo ni para mi hijo ni para usted". Se le notó en las pupilas: el profesor se rendía. Lo advirtió el padre que enseguida se explayó: "¿Usted vio el partido que Argentina perdió contra España en el Mundial de Japón? ¿Vio el final? A Pepe Sánchez seguro que le dolía en el alma la derrota, pero fue y, como un caballero, saludó a los jugadores de España que conocía. ¿Y vio cuando Argentina perdió con Estados Unidos? El mismo Pepe Sánchez, aun con otra tristeza, dijo palabras mayores, dijo que en el deporte hay que saber ganar pero también hay que saber perder, y que los rivales habían jugado mejor. Eso es todo: por eso yo quiero que mi hijo sea como Pepe Sánchez". El profesor respiró aliviado y le prometió al padre que así serían las cosas. Entonces, el chico se quedó feliz y jugando. Para ser como Pepe Sánchez. Para aprender que eso es,de verdad, el deporte.
*Nota publicada en el diario Clarín el 7/09/06

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